A ELLAS, a ellos, a nuestros líderes indígenas, a los humanos; colombianos, españoles, terrestres.
(a las muertes mal narradas en una patria boba)
No salgo a la calle
creyendo que me van a matar.
No salgo con un uniforme de blanco perfecto.
Ni como vestida de objetivo,
ni tan siquiera, salgo a cantarme víctima.
No salgo a la calle
queriendo ser cifra o
encierro o tres días de duelo.
No salgo a la calle con traje de pretexto,
ni de excusa, ni mucho menos
con atuendo de imperfecto escudo.
No salgo a caminar tampoco desnuda,
ni a ser espejo,
ni a ser suma que divide.
No salgo a la calle a que mi voz,
que es la de otros,
y a que mi vida,
que habla y defiende
y busca la vida de otros,
lidere lo muerto.
Salgo a la calle esperando estar de vuelta.
Y, sin embargo,
las balas que pierden
y el odio que explota,
nos viste de víctimas, de cifras,
de idiotas.
Y sin embargo camino,
a esa, la calle mía y de otros,
pidiendo que el olvido y mi palabra,
y mi canto de nadie y de todos,
nunca más estén rotos.