PEDESTAL
Sigo hablando de la luna nueva,
y desconozco la proporción de las facetas de la nada.
De mi cuerpo, de mis ojos, de las posiciones genuinas de mi sexo.
Ahí, abajo de la calle Mira el sol, han abierto una cerveza.
Y en algún rincón cerca a mi pensamiento trasero,
muchas parejas de cuerpos están sudando en penumbra.
A todos les favorece la noche, y la ausencia de la luna
para la sabiduría de las bestias que les acompañan.
A todos, menos a esta compañía de dos almohadas
y unos pies sucios.
La noche no me juega el papel que busco.
El que le pido.
El que el día me prepara para recibir.
Miro de medio lado las manchas de mis pies
sobre las paredes blancas.
Parece que la gravedad ha muerto.
Parece que el suelo está por todos lados
y se desprende de mis plantas para acompañarme
los hombros.
Parece que la habitación caminara sobre mis ojos
para hacerme flotar.
Parece que la noche es de todos
y el bombillo roto es aliado de la suciedad.
Parece que esta habitación fuera crisis y sauna
obligándome a poner al mundo
y a la cerveza
y a la luna nueva
en un absurdo pedestal.