Era 24 de diciembre, el día en que caían burbujas del último puso de un edificio. Caían. Arrojadas por la boca de alguien que ese día diría ¡feliz navidad a las múltiples palabras familiares! Yo caminaba sola y las burbujas no eran suyas. Eran solo para mí. Hay días que solo son para quien los nombra. Ese Lunes, por ejemplo, se llamaba Lina. Insisto, yo estaba sola, y las cosas estaban hechas de jabón. .