Se es letra atravesada por un punto.
No se escoge ni la curva ni la forma
de caminar la palabra.
Somos rima o silencio.
No escogimos ser suspiro,
pero supimos acaparar el aire.
Con el tiempo fuimos palabra.
Y lengua que aprendió a hablar con tacto.
Los fantasmas y los caminos,
Fueron brújula y veleta
Para atravesar la palabra suelo
que hoy pisamos.
Y así buscamos una voz propia
para pronunciar la palabra que somos.
Las palabras cuando tocan,
entran directamente en la piel,
que también es significado y sustantivo
y verbo y beso y canto.
Las palabras fuimos actos fisiológicos
que amamos u odiamos
en forma de metáfora.
Somos palabras que tocan,
Que limpian, que hieren,
Que atacan, golpean.
Besan.
Somos palabra que mira.
La palabra que somos y que es,
recuerda lo que sabe llamar por su nombre.
Y si no lo existe,
se inventa el verbo
y lo mira de frente a los ojos.
Pues somos palabras buscando palabras
así de reojo.
Y si te encuentro te atrapo
para verbalizarte la piel entera
y nombrarte sin adjetivos.
La palabra reacciona ante la mano que la toca.
La palabra toca y todo tacto es nostalgia.
La caricia entonces, siempre se extraña.
La nostalgia es sal de mar
Que, en sí, también es palabra.
Es agua, arena, plancton junto a vos
y bajo la palabra luna.
La luna entonces es palabra sagrada.
Es la luz del sol siendo alumbrada.
Es vibración sobre una piel erizada.
Fuimos letra hecha palabra
porque todo verbo siempre supo tocar,
a la boca de la boca,
Del centro de la vida amada.